lunes, 30 de noviembre de 2009

El país no puede írsenos de las manos

ANÁLISIS A FONDO: EL PAÍS NO PUEDE ÍRSENOS DE LAS MANOS

FRANCISCO GÓMEZ MAZA
29 de Noviembre 2009

· Reformas estructurales de fondo, sí, pero para beneficio del pueblo
· Y administrar la res pública como mandatario, no como mandante


Lo que entiendo del llamado de Felipe Calderón Hinojosa, presidente de la República Mexicana, es que tenemos la necesidad de refundar el Estado, porque el modelo neoliberal ya no da más que para seguir hundiéndonos en el fango de corrupción y la impunidad; en el pantano de la agudización de la profunda brecha entre quienes lo tienen todo y los que no tienen más que su fuerza de trabajo, o muy mal pagada o totalmente desempleada porque el modelo político y económico no sirve ya para hacer de este país una potencia en la que los ricos sean menos ricos y los pobres menos pobres. Este tendría que ser el objetivo del presidente. Lo que le advertía yo ayer en el sentido de dar un golpe de timón con el fin de que, por lo menos, no vayamos a caer en la dramática situación de Dubai. La producción de bienes y servicios no levanta y, por consiguiente, el desempleo entre los mexicanos ha llegado a niveles alarmantes, y no lo digo yo, sino el propio Instituto de Geografía, Estadística e Informática, institución encargada ex profeso para medir el comportamiento de las variables económicas y políticas del entramado social de este país.
Tres años han trascurrido ya desde que Calderón ganó por medio voto la Presidencia de la República, si nos atenemos a los resultados que dio a conocer el Instituto Federal Electoral y avaló el Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación. No cuestiono la legalidad del Presidente, pero debo reconocer que no ha legitimado su estancia en la casa presidencial, porque, como todos los observadores y analistas profesionales lo afirman, los resultados de la mitad del mandato no son halagadores, ni en lo político, ni en lo económico ni en materia de seguridad pública. El mismo Calderón, presumo, está consciente de ello, y por ello, presumo también, llamó a todas las fuerzas políticas, integrantes de la sociedad y miembros del gabinete a no perderse en debates estériles en la aprobación de reformas estructurales de fondo. Aunque hay que aclarar, definir, puntualizar de que reformas estructurales de fondo se trata, porque lo que el país necesita es una economía que dé oportunidades de mejor calidad de vida para todos, sobre todo para quienes no tienen nada y no sólo privilegie la concentración del ingreso, de los medios de producción y del capital, en muy pocas manos.
Bien que Calderón diga que, "mientras nos perdamos una y otra vez en debates estériles, en críticas sin propuestas, en prejuicios y en tabúes, otros países nos seguirán rebasando. Le faltó reconocer en su mensaje de ayer ante la opinión pública que los análisis de la realidad, los cuestionamientos a las políticas públicas, no son estériles, ni sin propuestas, ni prejuiciosas, ni son tabúes, sino reconocimientos de que la res pública no camina para adelante, sino que vamos de retroceso en retroceso, tanto en lo económico – este año de 2009 experimentaremos la caída más estrepitosa de la historia mexicana: alrededor, conservadoramente, de un 8 por ciento bajo cero -; con un desempleo galopante cuyas cifras ni si quiera vale la pena repetir porque están ya en todos los medios; con una enorme cantidad de muertos que puede muy bien llegar a 15 mil, como si estuviéramos en una de esas guerras que no ha mucho organizaba el gobierno de los Estados Unidos, como la invasión de Irak; la política está podrida, tanto al interior de los partidos como en el entramado electoral; la corrupción está en su punto y ejemplos de esto sobran – el caso más reciente es la denuncia de una cadena de corrupción en el mismísimo corazón de la empresa de “calidad mundial”, la Comisión Federal de Electricidad – y las instituciones no funcionan como se los manda la Constitución Política del Estado.
El presidente Calderón presentó su balance y un análisis de sus primeros tres años de gobierno y solicitó a todos - gobernadores, legisladores, dirigentes de partido y titulares de órganos autónomos- debatir, analizar y en su caso apoyar reformas "que a veces ni siquiera nos permitimos discutir a fondo" en nuestro país. Pero tienen que ser reformas no en el sentido de la Revolución Silenciosa propuesta ya hace años por el Fondo Monetario Internacional, que privilegian sólo a quienes detentan los grandes medios de producción, sino reformas que hagan de este país de la desigualdad una estructura horizontal en la que los gobernantes manden obedeciendo al pueblo. Y los incrementos de impuestos realmente retornen en beneficios para los que menos tienen, que es lo que nunca ocurre en los modelos fondomonetaristas, librecambistas, manchesterianos a ultranza, neoliberales, en una palabra. Bien que el gobierno recaude recursos para hacer frente a las necesidades del país, pero mal que en el camino los recursos vayan quedando en muy pocas bolsas y al pueblo sólo le lleguen migajas. Un ejemplo: el gobierno de la ciudad de México está parando un enorme árbol de Navidad, suntuoso, lujurioso, que costará una millonada, sin reparar que alrededor de ese árbol hay cientos de miles de menesterosos que lo único que tienen es hambre y que por ello se lanzan a pedir una limosna, a echarle agua jabonosa y sucia a los parabrisas de los automóviles dizque para limpiarlos, y haya familias enteras, millones de ellas, que no tienen con qué alimentarse, con que curarse enfermedades curables, con que vestir su desnudez y si esto se ve en las grandes ciudades como, en este caso, la ciudad de México, hay regiones del país en donde la pobreza extrema no se ve porque los gobernadores la esconden.
El Presidente reconoció la responsabilidad de "muchos legisladores" que aprobaron un paquete financiero que le permite al país enfrentar los principales problemas del próximo año, pero pidió ir más allá. Y qué es ir más allá. En este caso, el fiscal, ir más allá consiste en que las autoridades de la hacienda pública imaginen mecanismos no sólo para cobrarles sus impuestos a los contribuyentes cautivos, sino en ampliar la base gravable: ir a cobrarle a quienes nunca pagan, a los que están utilizando mano de obra desempleada para recuperarse de sus pérdidas mediante la economía informal, y cobrarle a las grandes empresas que evaden o eluden sus obligaciones con el fisco y que le deben a éste miles de millones de pesos. Con ello es suficiente. Que el gobierno, las instituciones dedicadas a la rectoría de la economía y las finanzas, imaginen mecanismos para aumentar el número de contribuyentes, que los que no pagan son legión y que no les hinque el diente a los que están cautivos. Esa es la reforma fiscal que pide pensar el señor Calderón. Y que el gobierno no despilfarre, como despilfarró las pingües ganancias petroleras del pasado reciente, cuando los precios de un barril de petróleo rebasaron con creces los cien dólares y más. El señor Andrés Manuel López Obrador, en su campaña a la Presidencia, irritó a la derecha cuando mandó al diablo a las instituciones. Hay que reconocer que el señor López Obrador tenía razón. Hay que mandar al diablo a las instituciones y convertirlas en instituciones que funcionen, que se apeguen a sus leyes orgánicas, que destierren la corrupción y la impunidad y que, de veras, sean instrumentos de buen gobierno, de un gobierno que mande obedeciendo, que privilegie la creación de oportunidades para los que no son los dueños de los grandes medios de producción, sino sólo fuerza de trabajo mal pagada y por tanto mal comida, mal vestida, mal vivida. Tiene razón Calderón cuando ha pedido retomar las propuestas y revisar los pendientes para que el país no se le vaya de las manos, porque a él no se le fue, pero a millones de mexicanos, no lo podemos tapar con un dedo, se les fue la oportunidad de vivir menos mal.


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